Óscar González Palencia
ACTO PRIMERO
Un pasillo de instituto; la pared matizada por una puerta, en la parte derecha del fondo. Sobre ella se puede leer 8º C.
Suena un timbre, disonante, y un tropel de alumnos pasa por la escena. Algunos entran en el aula que se ve, otros pasan de largo. Finalmente todo queda desierto, excepto por un alumno. Éste se encuentra recostado contra la pared, al lado de la puerta, y tiene un manojo de folios en la mano. Mira al techo, distraído.
Se abre la puerta del aula y sale una adolescente, con la vista clavada en un libro de texto, mientras camina.
ELLA: Me salgo, ahí dentro es imposible estudiar, con tanto jaleo…
ÉL: Sí…
(Silencio, ella estudia el libro y él, el techo).
ÉL: ¿Crees que el/la profesor/a tardará mucho en venir?
ELLA: Supongo que no.
ÉL: Me da tanta rabia que siempre lleguen tarde cuando tenemos examen. Ni que costase mucho ser puntual.
ELLA: Bueno, no te estreses, seguro que llega pronto… ¿Qué tal lo llevas?
ÉL: No sé, normal, supongo… ¿Y tú?
ELLA: Buff… no me sé nada.
(Ella sonríe, y clava la vista en el libro; silencio de nuevo).
(Un INTERRUPTOR interrumpe el silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No.
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(Se mete de nuevo en la clase, que huele a jaleo, miedo y concentración)
ÉL: Ais… (con cierto nerviosismo) Espero que me vaya bien, este examen es importante.
ELLA: (con cierto nerviosismo ciertamente mayor) Muy importante.
Él: Me da un poco de cargo de conciencia, casi no he estudiado… Pero me da pereza estudiar más.
ELLA: (cada vez más nerviosos) Bueno, ya verás como te irá bien… Buff, qué miedo que me da.
ÉL: Bueno, ya verás como te irá bien… Buff. ¿Cuánto hace que sonó el timbre?
ELLA: No lo sé, bastante…
ÉL: (y más nerviosos) Y si suspendo…
ELLA: Si suspendo…
ÉL: A la mierda la media,
ELLA: (y más) a la mierda la carrera
ÉL: y la posición social
ELLA: y el sueldo abultado
ÉL: (más, más) … la vida desahogada
ELLA: … la vida feliz.
ÉL: Y si suspendo…
ELLA: (casi… ¿apático?) ¿Qué dirán?
(Un INTERRUPTOR interrumpe el silencio, asomándose a la puerta)
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No.
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(Se mete de nuevo en la clase, que huele a más jaleo, miedo y concentración).
(Silencio, por no perder la costumbre).
ÉL: Y tú, ¿qué quieres estudiar? ¿Necesitas mucha nota?
ELLA: Pues la verdad… no lo tengo muy claro. Es que llevo poco tiempo existiendo sobre el escenario, y necesitaría reflexionarlo con más calma. ¿Tú?
ÉL: Ni idea.
ELLA: Ya veo. ¿No viene alguien por ahí?
ÉL: Sí, me parece que es el/la profesor/a.
ELLA: Viene hacía aquí… Joder, ahora se da la vuelta. ¿qué narices hace?
ÉL: No sé… Se debe haber dejado algo. (Ansioso) No habrá tiempo de hacer el examen.
ELLA: Oye… ¿Cómo se hacía aquello de calcular la matriz inversa?
ÉL: ¿La matriz inversa? Pero si el examen es de Historia.
ELLA: (Riendo, sin alegría) ¿De historia? Anda, no te rías de mí.
ÉL: No me río de ti, es de Historia.
ELLA: (Algo alterada) ¿¡Cómo va a ser de Historia!?
ÉL: Mmmm… estoy completamente seguro. Ayer estudié la formación de la Unión Europea.
ELLA: (Notablemente alterada) ¡SI ESO ES TEMARIO DE GEOGRAFÍA!
ÉL: (Frío, cortante, casi huraño) Yo no doy Geografía… Además, la Geografía va de montañas y ríos…
ELLA: (Gritando, más que alterada) ¡TE DIGO QUE EL EXAMEN ES DE MATEMÁTICAS!
(Un INTERRUPTOR interrumpe el bronqueado silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: ¡NO!
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(Se mete de nuevo en la clase, que huele, de nuevo también, a jaleo, miedo y concentración).
(Ahora, para variar, un silencio incómodo).
ÉL: Tengo la cabeza… Llena de corcho. Desordenada. Atolondrada, brumosa… no sé. No tengo ni puta idea de cómo explicarlo… Pero es como si el cerebro me estuviese trabajando bajo mínimos, como si sólo pudiese pedirle que ejercitara las tareas más sencillas. Me da la sensación de que si intento recordar algo, o deducir algo, o pensar cualquier cosa complicada, sufriré un derrame cerebral. Mierda de todo.
ELLA: Mierda de todo.
(Aparece un hombre por la izquierda).
ÉL, ELLA: ¡¿Viene ya el/la profesor/a?!
HOMBRE: Ahora vendrá, ha tenido un retraso. Pero vosotros esperad aquí sin armar jaleo. Este examen es muy importante. Si no hacéis bien este examen… Bueno, tranquilos que no pasa nada; pero si no lo hacéis bien… (parece dubitativo, amenazante, durante apenas un segundo) Bueno, lo dicho, que ahora vendrá. (Se va por donde ha venido).
(ÉL se tumba en el suelo, en medio del pasillo).
ELLA: ¿Qué haces? ¿Estás bien?
ÉL: Me tumbo… sólo estoy cansado.
(Se sumerge de nuevo en el estudio del techo).
ELLA: ¿Recuerdas algo de lo que dimos en clase?
ÉL: No mucho… recuerdo algo, así vagamente… (pausa) He leído por ahí, o he oído decir, que los buenos escritores construyen sus personajes con todo lujo de detalles, aunque estos detalles no aparezcan luego en la obra. Les hacen un pasado, un carácter, unas manías… Esas cosas. Pero bueno, supongo que por nosotros nadie se ha tomado esa molestia. Así que, en mi memoria, antes de que tocase el timbre, no hay más que un leve… algo… que suena a historia (o matemáticas, o geografía, o lo que coño sea).
(Un INTERRUPTOR interrumpe el silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(se mete de nuevo en la clase, que huele considerablemente a jaleo, miedo y concentración).
(Aparece, por la derecha, un PERRO verde, enorme. Lleva todo el cuerpo pintado con símbolos y adornos. Se ve a la legua que se trata de un disfraz barato, que hace arrugas extrañas en lugares inesperados, con una grotesca cabeza de cartón. Si se desea, puede llevar alas, cuernos, falos, vulvas, pelos… lo que sea necesario y oportuno).
ÉL: Lo que nos faltaba… surrealismo.
PERRO: ¿Qué surrealismo ni qué pollas? Yo sólo soy un participante del concurso de disfraces que organiza la escuela.
ELLA: ¿Hay un concurso de disfraces?
PERRO: Los surrealistas sois vosotros y vuestro examen; claro resultado de vuestra frustración sexual. Como tenéis el pene corto, vuestro subconsciente tiene que compensar el trauma metiéndose en competiciones de a ver quién mea más lejos.
ÉL: Eso es absurdo, ELLA no tiene pene.
PERRO: Razón de más para estar frustrado, ¿no?
ÉL: También es verdad…
ELLA: Sigue siendo absurdo, nosotros hacemos el examen obligados, no porque queramos competir.
PERRO: Ostras… pues es verdad, no había caído. Con lo bonito que me había quedado, con el toque chabacano y todo (lo de mear más lejos y esas cosas). Una teoría tan buena no puede estar equivocada. Supongo que, si realmente fuese un perro surrealista, podría elaborar alguna teoría de cómo los profesores (la sociedad) proyectan su pequeñez de pene en vosotros… o tal vez sobre como en realidad nadie os obliga a nada, sino que participáis en el sistema por acicate de vuestras propias frustraciones. Yo qué sé. Sólo soy un actor disfrazado. En fin… nos vemos.
(Hace mutis por la izquierda, ÉL sigue tirado en el suelo, y ELLA con el libro en las manos).
ELLA: Espero que el examen empiece pronto, esto empieza a ponerse muy extraño. Y tengo los nervios desquiciados.
ÉL: Sí, como la cosa siga así, me parece que me va a dar el derrame cerebral ese.
ELLA: Fíjate… que me parece que se está empezando a ponerse el sol y todo.
ÉL: (Ríe, esta vez casi alegre) ¡Pero si es un foco!
(Un INTERRUPTOR interrumpe el silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No.
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(Se mete de nuevo en la clase, que continúa oliendo a jaleo, miedo y concentración).
ÉL: (inspirado, de repente) ¿Y si nos vamos?
ELLA: ¿Adónde?
ÉL: Adonde sea, lejos de toda esta locura. Lejos de este examen.
ELLA: Sí, sí, vámonos… (pensándoselo) No, no, mejor no. Este examen es muy importante. Tenemos que hacerlo.
ÉL: ¿Qué más da? ¿Quién lo dice que es ta importante? ¿Un HOMBRE? ¡Venga ya! ¡Vámonos! Vámonos y liberémonos, rompamos las cadenas que nos sujetan a un mundo absurdo que nos absorbe en su sordidez, y todas esas cosas emotivas que se dicen en momentos como éste y te encienden el corazón. ¡Vámonos!
ELLA: Sí, vámonos.
ÉL: No, no… mejor no.
ELLA: ¿Pero no habías dicho…?
ÉL: Ya, pero…
(Se hace un silencio largo, deprimido).
(Un INTERRUPTOR, interrumpe el silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No.
INTERRUPTOR: Joder, joder.
(Se mete de nuevo en la clase, que todavía continúa oliendo a jaleo, miedo y concentración).
ÉL: No podría soportar esa interrupción ni una vez más.
ELLA: Yo tampoco.
ÉL: Vámonos.
ELLA: Vámonos.
(Salen del escenario, por la derecha).
ACTOS SEGUNDO Y TERCERO
ELLA y Él están, de nuevo, ante la puerta del aula. Están los dos sentados en el suelo, hombro contra hombro. Silenciosos, pintado en la cara el gesto de una vaca reflexiva.
ELLA: Mmm… ¿Qué ha pasado?
ÉL: … no lo sé.
ELLA: ¿No nos habíamos ido?
ÉL: Eso era en el primer acto.
ELLA: ¿Y ahora?
ÉL: En el segundo parece que estamos aquí.
ELLA: Entonces… ¿no hay salida?
ÉL: Debe de haberla; el tercer acto está sucediendo también ahora, nos es contemporáneo, y no nos veo por aquí. Así que debemos haber salido.
ELLA: Ah, ¿sugieres que la realidad se ha desdoblado entre las dos posibilidades que nos ofrecía una encrucijada espacio-temporal y ahora existen ambas como universos independientes (o superpuestos) entre sí?
ÉL: No, eso es demasiado sofisticado para mí. Simplemente… no sé. Y me huelo que tampoco sabe el director… qué decir el escritor.
ELLA: Pues habrá que hacer el examen.
Él: Mierda, sí, el examen. Lo llevo fatal.
(Casi síncrono).
ELLA: Lo llevo fatal, no sé como lo haré.
(Casi simultáneo).
ÉL: No sé cómo lo haré.
ÉL y ELLA: ¡Qué nervios!
(Silencio, tenso, nervioso)
(Un INTERRUPTOR interrumpe el silencio, asomándose a la puerta).
INTERRUPTOR: ¿Viene ya?
ELLA, ÉL: No.
INTERRUPTOR: Joder, joder.
Óscar González Palencia