Un cómic del siglo XIV

Aunque el auge del cómic se produjo sobre todo en el siglo XX, algunos estudiosos vislumbran sus orígenes en las pinturas murales del Antiguo Egipto.

En la Edad Media, el tapiz de Bayeux (¡de 70 metros!) creado en el siglo XI es una espléndida narración visual de la invasión de Inglaterra por los normandos en 1066. Además, las ilustraciones de los manuscritos medievales abundan en imágenes que recuerdan al cómic. Pero no suelen ser una narración en sí, sino que nacen para decorar el texto al que acompañan o para entretenimiento del ilustrador travieso que se deja llevar hacia motivos satíricos, fantásticos, obscenos…

Hay quien atribuye a Thomas Rowlandson (1757-1827) el origen del cómic. No lo veo claro, pero no te recomiendo que eches un vistazo a su página de la Wikipedia, porque está llena de imágenes no aptas para menores.

Otros repiten que fue The Yellow Kid el pionero del género, por ser el primero en incluir globos o bocadillos. Richard F. Outcault creó esta tira de prensa que el 16 de febrero de 1896 mostraba un globo en el que un loro habla.

Hoy vamos a destacar un ejemplo que puede colocarse entre los pioneros del cómic. Es un códice de hacia 1325: el Breviculum en el que Tomàs Le Myésier mandó ilustrar la Vita coetanea de Ramón Llull (pulsa en el enlace, porque es una magnífica página para entender quién fue ese mallorquín universal llamado Ramón Llull).

En sus doce ilustraciones se pueden distinguir palabras que salen de las bocas de los personajes, tal como hacen los bocadillos en el cómic actual. Pero, además, en la miniatura 3 vemos una historia narrada secuencialmente con viñetas y globos de diálogo, dos rasgos esenciales del lenguaje del cómic.

Breviculum3.jpeg

Esta imagen está tomada de https://lullianarts.narpan.net/miniatures/index.HTM, donde se encuentran sus créditos y la trascripción a ocho idiomas de las palabras del manuscrito.

En la primera viñeta, Ramón Llull, sentado a la izquierda, argumenta al personaje árabe que blasfema si habla contra Cristo porque el propio Corán lo considera Hijo de Dios. El sarraceno le contesta que ya que ahora Llull sabe árabe ha de reconocer la belleza del Corán y no confundirse con el «falso» Cristo.

En la segunda viñeta, la disputa verbal ha pasado a ser física. El sarraceno le espeta a Llull «¡Eres hombre muerto! ¡Me arrepiento de haberte enseñado árabe!» y Llull pide ayuda a Dios.

En la viñeta final, Llull bendice al señor por haberle dejado libre de «complicidad en la muerte del sarraceno». Y el ahorcado sarraceno tiene fuerzas para decir que prefiere colgarse de una cuerda antes de que los cristianos le castiguen por blasfemar contra Cristo.

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Breviculum de Ramón Llull, publicado y editado en https://lullianarts.narpan.net/miniatures/mini/BREV03.HTM

El asunto es muy serio, la vida de Llull también, pero a los ojos actuales, la última frase del personaje cristiano parece un chiste de Gila. Todo un cómic en pleno siglo XIV.

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