En la Castilla del siglo XIII un rey se distinguió por su aprecio al saber y por su actividad literaria: Alfonso X, apodado el Sabio. Este rey se dedicó a impulsar la composición de obras científicas, históricas y jurídicas en romance castellano (cuando todas esas obras se escribían en la lengua de cultura que unía a Europa: el latín).
Alfonso X, diestro en guerra y caza, era también amante del saber. Se rodeó de colaboradores árabes, hebreos y de otros países que tradujeron obras de distintas lenguas en su decisión de difundir el conocimiento. Bajo su impulso se tradujeron los libros sagrados de diferentes credos (la Biblia, el Corán, el Talmud y la Cábala), así como la colección de cuentos orientales Calila e Dimna (esta colección, cuando todavía no era rey: «fue sacado de arábigo en latín, et romançado por mandato del infante don Alfonso»).
Además, Alfonso X compuso sus propios versos en las lenguas de prestigio literario en la época: en el galaicoportugués de las cantigas (en sus Cantigas a Santa María) y en el provenzal de los trovadores que inventaron un nuevo concepto del amor.
El experto medievalista Carlos Alvar publicó en 1978 un libro titulado Textos trovadorescos sobre España y Portugal que recoge esta joya que nos permite entender cómo eran vistos juglares y trovadores en el siglo XIII. El rey Alfonso contesta en provenzal a un trovador, Guiraut Riquier, que le había preguntado por los nombres de los juglares.
Traducido al castellano en prosa, los versos dicen:
«Los que van por todos los sitios vil y desvergonzadamente tocando sus instrumentos, haciendo otras cosas o cantando por las plazas y caminos de noche y de día viven en deshonra, pues desean menudas ganancias y de ellos no se conoce juicio ni discreción para que sean útiles en cualquier clase de saber, por su vil conducta sean llamados bufones: ya que no son buenos en nada, no les conviene buen nombre.
Y todos los que saben entretener o saben tocar instrumentos o cantar u otra cosa donde el bienhacer esté a salvo, bien cuidado y cortés, es razón suficiente para aprobar que sean llamados juglares, distintos de los trovadores. Estos [los trovadores] son los que saben hacer –con el corazón– coblas y dansas doblas y atrevidos sirventeses, albas y partimens y trovar palabras y sonidos y no se dedican a otra cosa en la corte, como no sea decir su saber a los más dotados.
Estos, por justicia, sean llamados trovadores y sean llamados doctores de trovar los más dignos que con saber y sentido hacen versos y canciones y otras composiciones buenas, provechosas y agradables, con bellas enseñanzas; sus hechos serán muy famosos».
El fragmento original es este:
«Cilh que fan lur afar
e per tot van vilmen,
desvergonhadamen
lurs esturmen tocan,
als fazen o cantan
per plassas e per vias,
e de nueitz e de dias,
vivon a deshonor,
c’an dezir e sabor
de percasses menutz,
e non es conogutz
en lor sens ni bon grat[z],
ab que sian assatz
sert en calque saber,
per lur vil captener
sian nomnat «bufon»:
car a ren no so bon,
bos noms non lur cove.
Et tug silh que de re
d’azaut sabon uzar
o d’esturmens tocar
o de cantar o d’als
on befag es ben sals,
gent nourit e cortes,
qu’entre bonas gens es
d’estar lurs volontatz,
cort seguen, es assatz
razos leus per proar
que sian dig «joglar»
estiers dels trobadors.
So son aquel que ·l cors
sabon de faire coblas
e de far dansas doblas
e sirventes valens,
albas e partimens,
e trobar motz e sos,
qui d’als lunhas sazos
en cortz no s’entremeton
mas c’als valens trameton
o dizon lur saber:
aquist per dreg dever
sian dig «trobador».
E sian dig «doctor
de trobar» li valen
c’ab saber et ab sen
fan verses e cansos
e d’autres trobars bos,
profichans e plazens
per bels ensenhamens:
et er lur faitz pro clars».
Esta tabla puede ayudarte a recordar las diferencias generales entre trovador y juglar en la Edad Media.
Carlos Alvar, Textos trovadorescos sobre España y Portugal. Madrid: Cupsa Editorial, 1978. Disponible en: http://www.boneslletres.cat/publicacions/altres_publicacions/b33668681.pdf