Fin de siglo (XIX)

La musa verde, de Albert Maignan, 1895.

Este cuaderno interactivo te puede ayudar a comprender mejor Modernismo y 98.

Conceptos de fin de siglo

Para entender el contexto cultural del fin de siglo (XIX), te será útil conocer estos conceptos:

  • Arte esteticista y arte comprometido.
  • El arte por el arte.
  • Bohemia.
  • Decadentismo.
  • Malditismo.
  • Nihilista.

Intenta averiguar su significado antes de leer la respuesta más abajo.

Frente al materialismo y al utilitarismo triunfantes en el momento (resultado del desarrollo de la Revolución industrial), muchos artistas deciden apartarse de esos valores: serán etiquetados como esteticistas, decadentes, bohemios… Charles Baudelaire es uno de ellos y uno de los escritores más influyentes en esta época. Fue quien introdujo la obra del oscuro Edgar Allan Poe en Europa. Este es uno de sus poemas en prosa, género que ayudó a consolidar.

–¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?
–Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.
–¿A tus amigos?
–Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.
–¿A tu patria?
–Ignoro en qué latitud está situada.
–¿A la belleza?
–Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.
–¿Al oro?
–Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.
–Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?
–Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá…. ¡a las nubes maravillosas!

(Charles Baudelaire, «El extranjero», Pequeños poemas en prosa).

 En este poema en prosa se presenta la figura del poeta como un extranjero en el mundo que le ha tocado vivir. El poeta rechaza el orden familiar («Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo»), afectivo (dice no haber llegado a conocer el sentido de la palabra «amigo») y social (la patria, el dinero que la mueve); anhela la belleza, diosa suprema, y se entrega a la evasión, simbolizada en esas «nubes que pasan» efímeras, inestables, no sometidas a las leyes de la utilidad.
El poeta maldito, esteticista o decadente, desprecia al público. Lo declara en textos como este otro poema en prosa de Baudelaire.

     «Perrito mono, perrito bueno, perrito mío, ven y aquí  y aspira este excelente perfume que he comprado en la mejor perfumería de la ciudad».
     Y el perro, moviendo el rabo, lo que, según tengo entendido, en estos pobres seres equivale a la risa y a la sonrisa, se acerca y pone, curioso, su húmedo hocico sobre el frasco destapado; luego, retrocediendo de pronto asustado, empieza a ladrarme a modo de reproche.
     «¡Ay, miserable perro!; si te hubiera ofrecido un paquete de excrementos lo habrías olfateado con deleite y quizá devorado. En eso, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, a quien no hay que ofrecer nunca perfumes delicados que lo exasperan, sino basuras cuidadosamente escogidas.»
(Charles Baudelaire, «El perro y el frasco», Pequeños poemas en prosa).

Los términos mencionados al principio de esta entrada podrían explicarse como sigue.

Glosario del arte de fin de siglo XIX

Esteticismo. Corriente artística que persigue el arte por el arte: el arte con el único fin de exaltar la belleza.

La expresión «el arte por el arte» («L’art pour l’art») fue acuñada por el romántico Théophile Gautier en el prefacio a su novela Mademoiselle de Maupin (1835): “nada hay verdaderamente bello más que lo que no sirve para nada”.

El esteticismo es una corriente artística que puede rastrearse en diversas épocas, pero fue en la Inglaterra victoriana cuando surgió con mayor nitidez. La época victoriana es un amplio período de paz y progreso asociado al reinado de la reina Victoria (1837-1901), en el que el Reino Unido se convirtió en la primera potencia económica y mundial con el desarrollo de la revolución industrial y la expansión del Imperio Británico.

En ese contexto surgió el gran esteta del siglo, Oscar Wilde, el dandi por antonomasia. Sus ingeniosas sentencias aparecen citadas en publicaciones de todo tipo. Algunos ejemplos en relación a su visión del arte:

  • Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista.
  • Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve.
  • El arte es la forma más intensa de individualismo que el mundo ha conocido.
  • Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor.
  • Mentir, decir cosas inciertas maravillosamente, es la finalidad adecuada del arte.

Comprometido.  Antónimo de esteticista. Tipo de arte que toma partido con el objetivo de transformar la realidad.

Bohemia. Estilo de vida surgido en el siglo XIX contrario a la materialista moral burguesa. El bohemio solía vivir al margen de las convenciones, ajeno al trabajo y el dinero, entregado al arte y a la evasión del alcohol.

La absenta (Notre-Dame de l’oubli –”Nuestra Señora del olvido”–, la fée verte –el “hada verde”–) se convirtió en signo distintivo de estos artistas.

Decadentismo. Corriente intelectual y artística de finales del siglo XIX que se caracterizaba por su deseo de refinamiento aristocrático, por su atracción por lo considerado como desviado, por su pasión por el arte, y su desprecio por la naturaleza y la vida ordinaria.

Es un movimiento originado entre los simbolistas franceses (que, como Wilde, consideraban el arte como superior a la naturaleza, y la vida despreciable a menos que fuese vivida como obra de arte). La novela de Huysmans À rebours (Al revés, traducido al inglés como Against Nature) (1884) es la «biblia» del decadentismo. Su protagonista, el decadente antihéroe duque Jean Des Esseintes, desprecia el mundo y su moral. Hastiado de la estética y vida dominante, decide apartarse para refugiarse en una mansión donde recrea un mundo artificioso y perverso.

El poeta Verlaine, que tuvo una turbulenta vida, fue admirado por numerosos artistas de todo el mundo. Sus versos melancólicos y musicales son la mejor antología del decadentismo.

LA ANGUSTIA

Ah Naturaleza, nada tuyo me conmueve, ni las tierras
Nutridoras, ni el eco bermejo de pastorales
Sicilianas, y tampoco las galas de la aurora
O la triste solemnidad de los atardeceres.

Me río del Arte y del Hombre, me río de los cantos,
De versos, de templos griegos y de torres
Que en espirales las catedrales hacia el cielo vacío elevan;
A malos y a buenos miro con idéntica mirada.

No creo en Dios; abjuro y reniego de las ideas,
Y en cuanto al amor, ironía vieja,
Borrarlo de la memoria quisiera.

Mi alma, cansada de vivir y con miedo de morirse,
Ya apareja, con rumbo a naufragios horrendos
Igual que un velero desmantelado, juguete de las olas.

Paul Verlaine. Poesía, ed. Jacinto Luis Guereña, Madrid, Visor, 2007, 6ª ed.

Malditismo. Condición de maldito, propia de los poetas que van contra las normas establecidas. El poeta maldito no es bien visto por la «buena sociedad» y suele llevar una vida bohemia (entregada al arte, el alcohol, las drogas, la miseria y la autodestrucción).

Paul Verlaine publicó en 1884 el ensayo Los poetas malditos, donde retrataba a varios de sus coetáneos: poetas cuyo genio parecía ser también su maldición, que les apartaba del triunfo social y les marcaba con un sino trágico.

El libro de poemas Las flores del mal (1857), de uno de los grandes malditos, Charles Baudelaire, escandalizó por su contenido, que cantaba lo que la sociedad burguesa consideraba desviado. El libro fue objeto de condena judicial por inmoralidad.

AL LECTOR

[…] ¡El Diablo los hilos que nos mueven sujeta!
Encontramos encantos en cosas repugnantes;
hacia el infierno damos un paso cada día,
sin horror, a través de tinieblas que hieden.

Igual que un libertino pobre que besa y come
el pecho torturado de una antigua ramera,
robamos al pasar un placer clandestino
que exprimimos con fuerza cual a vieja naranja.

Preso y hormigueante, como un millón de helmintos*,
un pueblo de Demonios nos bulle en el cerebro,
y cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
baja, río invisible, con apagadas quejas.

Si el estupro, el puñal, el veneno, el incendio,
no bordaron aún con sus gratos dibujos
el banal cañamazo de nuestra suerte mísera,
es que nuestra alma, ¡ay!, no es lo bastante osada.

Pero entre los chacales, las panteras, los linces,
los simios, las serpientes, los buitres y escorpiones,
los monstruos aulladores, gritadores, rampantes,
en el infame zoo de nuestras corrupciones,

¡hay uno más malvado, más inmundo, más feo!,
Aunque no gesticule ni lance grandes gritos,
gustosamente haría de la tierra un desecho
y dentro de un bostezo al mundo engulliría;

¡Es el Hastío! – El ojo lleno de involuntario
llanto, sueña cadalsos**, mientras fuma su pipa.
Lector, tú ya conoces a ese monstruo exquisito,
¡Mi semejante, – hipócrita lector, – hermano mío!

[*Gusanos parásitos.
**Patíbulos; tablado para ejecutar a condenados a muerte].

 Charles Baudelaire. Las flores del mal, ed. Alain Verjat y Luis Martínez de Merlo, trad. Luis Martínez de Merlo, Madrid, Cátedra, 2011, 14ª ed.

Nihilista. Término procedente del latín nihil, nada. Se refiere a aquel que niega los principios religiosos, políticos y sociales. La palabra fue difundida por Turguéniev en su novela Padres e hijos (1862).

 

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