El Teatro Circo Price de Madrid tiene una magia particular. Desde el escaparate de su ancho vestíbulo en pendiente hasta la más alta grada del recinto. Desde el rojo pasión de sus butacas hasta el efecto intensificador de su espejo circular. Si a esa magia se suma la arrebatadora personalidad de un actor-cantante-showman como Asier Etxeandia, se produce el milagro (hasta para los no creyentes en el mundo de la escena). El milagro pagano de la celebración artística del placer.
Asier es hoy, probablemente, el mejor cantante entre los actores españoles y el mejor actor entre los cantantes. Su Max 2012 y su Premio de la Unión de Actores por La avería supusieron el reconocimiento de la profesión a un gran actor que dejó el ritmo frenético de la tele para ser quien quería ser.
Metido en varios proyectos a la vez, tocando todos los formatos, en estos meses ha estado rescatando con éxito el teatro del Nobel Vargas Llosa en La chunga; en las sesiones golfas de El Intérprete en La Latina; en la distancia corta de La casa de la portera; sosteniendo la aventura de su propia productora, Factoría Madre Constriktor… Después de un curso agotador, el 20 de julio en el Price llegaba su fiesta final de curso.
Día redondo
Y por fin llegó la conjunción de día y espacio mágicos. Se palpaba que era una noche extraordinaria. Entre el público de pista pudimos ver a Pedro Almodóvar, Javier Bardem, Penélope Cruz, Hugo Silva, Aitana Sánchez Gijón, Alaska, los chicos de Ron Lalá… Y ante dos mil personas, Asier empieza su estriptis autobiográfico enhebrado por la dramaturgia de Álvaro Tato.
“Cuando era pequeño me ponía de espaldas contra la pared en un rincón de mi cuarto. No me ponía así porque me hubieran castigado, ni porque fuera autista. Bueno, un poco autista, quizá. Escuchaba mi voz con el eco de la pared, un eco que hace que parezca un micrófono, y me sentía un cantante de verdad”.
Así arranca un viaje por el tiempo y las emociones. Porque la música es la forma de vencer al tiempo. De hacer presente el tiempo ido.
Una sola frase nos coloca en otro tiempo. “Es 20 de julio de 1984 y tengo 9 años”. El niño vasco que se aparta de los demás en el recreo, que sueña amigos invisibles para los que canta en su habitación, sigue en pie en 2013. Y hoy en el Price proclama su identidad. Ese es su triunfo. Que a pesar de la escuela, de los curas, de la crueldad infantil… Asier miró más lejos que todos ellos y llegó hoy, al Price, a compartir su triunfo con dos mil amigos, ahora visibles.
Cuando en el primer tramo del espectáculo Asier deja el escenario para sentarse en las escaleras del proscenio con sus tres músicos y canta sin micrófono la «Luz de luna» popularizada por Chavela Vargas, el espectador del Price recibe la entrega total del desgarro por la madre muerta, el salto circense sin red, la desnudez de su pasión.
Pero como en la vida, el dolor vive puerta con puerta con la alegría. Asier sabe que tiene a un público rendido que está deseando demostrarle que se deja querer. Sin ninguna indicación para los nuevos, la mayor parte de los cerca de dos mil espectadores se levanta de sus asientos y sigue la coreografía que ha causado furor en las funciones en el Matadero y La Latina.
El intérprete proporciona imágenes y vivencias inolvidables que suceden dentro y, lo que es más peculiar, fuera de la escena: ese Flashmob donde casi dos mil personas llenan de alegría y movimiento el recinto; el inicio en el que se apagan las luces y el círculo del Price se llena de cientos de luciérnagas-pantallas que nos introducen en un espacio diferente. Porque esa es la marca de la casa. La reivindicación de la diferencia. De la raya pintada y el sombrero ridículo para los que pretenden juzgarte.
Teatro de la libertad
Asier convierte el espacio escénico (incluido el público) en un espacio de libertad. Desde el primer momento, se invita a los asistentes a no apagar sus móviles sino a ponerlos en «modo vibrador» y a capturar todo lo posible para compartirlo en la redes. Y el intérprete enciende a su público recordando que en «este teatro está permitido… ¡bailar!».
Como en sus representaciones anteriores, El intérprete fue más que un concierto o un espectáculo. Fue una fiesta en la que el tequila corría entre unos y otros; en la que los abrazos de Asier los sentíamos para cada uno de los que allí estábamos.
Y el “fiestón” que Asier anunciaba en su twitter difícilmente puede superarse: subieron a acompañarle Javier Bardem y Hugo Silva (a los bongos), el bailarín y coreógrafo Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza 2006, y Alaska, protagonista y musa de la ochentera movida madrileña, con la que cantó «Por qué a mí me cuesta tanto«. Merece la pena el recuerdo de este vídeo de TVE: Asier Etxeandía llena el Circo Price con El intérprete.
Preside la fiesta de El intérprete un retablo abigarrado por sus santos particulares (la función sube un escalón de jolgorio una vez lanzado el padrenuestro hedonista y la disputa entre las elecciones de dios y el demonio): Janis Joplin, Kurt Weill, la “santa puta” Madonna, el David Bowie salvador de «Rock ‘n’ Roll Suicide», los Rolling Stones de «Sympathy for the Devil», Camilo Sesto, los Jackson… La mezcla de tiempos y estilos nos lleva desde “El cantante” de Rubén Blades, “Puro teatro” (del compositor predilecto de Almodóvar, Tite Curet Alonso), el «Psycho Killer» de los Talking Heads, «Encadenados» de Lucho Gatica hasta el «Volver», dedicado a la embarazada Penélope Cruz. Y en la fiesta, Asier baja del escenario, se mete entre el público y cosecha sus mejores risas con sus golpes satíricos.
Máscara tras máscara (desde la de niño hasta la de Freddie Mercury), Asier entra en la piel de decenas de personajes y en su verdad, la verdad del niño imaginativo y apasionado que sigue siendo, pero ahora con dos mil amigos en el Price.
Juan Antonio Cardete
FICHA ARTÍSTICA
DIRECCIÓN DE ESCENA: Álvaro Tato, Lautaro Perotti y Santiago Marín
DIRECCIÓN MUSICAL: Tao Gutiérrez
DRAMATURGIA: Álvaro Tato
INTERPRETACIÓN: Asier Etxeandia
MÚSICA
Tao Gutiérrez (percusión y electrónica)
Gherardo Catanzaro (piano)
Enrico Barbaro (contrabajo)
VOZ EN OFF: Ramón Langa
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Juan Gómez Cornejo
VESTUARIO: Cristina Pérez (Cesión del Teatro Español)
SONIDO DIRECTO: Adolfo Sánchez
PRODUCCIÓN: Factoría Madre Constriktor
maravilloso Asier! no me canso de ver tus vídeos y aunque no te gusta que te suban el ego demasiado con tanto halago, es que realmente lo haces muy bien. Me hubiese gustado tener la oportunidad de verte en directo, tu espectáculo es una manera muy original de contar tu historia y la gente participa tanto en el que al final se llevan algo de ese niño y sus amigos invisibles.